¡Qué impotencia!

Que impotencia de fin de semana. Y todo por no poder estar con mi equipo de autonómica al no cambiar el partido los de Santomera, que Paco Palazón no pudiera ir tampoco a dirigirlos al no cambiar su partido los de Molina (partido que perdieron salvando al menos el básket-average) y la derrota ante el colista en Villajoyosa en un partido en el que apenas pude ayudar a mi equipo como acostumbro.

Al margen de los partidos de 2ª autonómica (mis jugadores se bastaron solitos para "vengarse" de Santomera), el partido de Nacional se presentaba con dudas. Dudas por la semana de entrenamientos. Dudas por el rival, al que ya ganamos en la ida por un solo punto y que ha mostrado que es un equipo mejor de lo que su clasificación refleja. En definitiva dudas, que tras el partido no han sido resueltas, es más aumentan tras lo ofrecido frente a La Vila.

Nuestro rival planteó un partido lento, debido a que solo contaba con 7 jugadores disponibles. Nosotros éramos 10, aunque Silverio no jugó por motivos técnicos. Pero de todas formas, el ritmo de juego del rival no nos sorprendió, pero su defensa mixta los 40 minutos sí (alternaron triángulo y dos con los aleros y caja más uno la mayor parte del partido). El jugador que defendía en individual estuvo los 40 minutos pegado a mí (que pesado). En algún momento me pregunté si se vendría conmigo al aseo en caso de necesidad imperiosa. De hecho a la salida del partido me sentí extraño, algo solo al montarme en el coche y no verlo pegado a mi espalda. No llegó a cuajar nuestra relación.

El problema es que, ante esta defensa no buscamos otra alternativa que el lanzamiento exterior. Eso sí, tiros liberados. El caso es que cuando no metes varios tiros cómodos seguidos vienen las dudas y a pesar de la cómoda soledad en la que se encontraban nuestros tiradores, la cabeza empieza a dar vueltas sobre si el lanzamiento siguiente entrará o volverá a salirse (normalmente cuando esto ocurre, se falla).

En fin, que no seré yo el que diga que no se tire cuando se está solo (ojalá me hubiera pasado a mí, aunque lo mismo y visto el día de desacierto en el tiro me marco un 2 de 20).

A veces, intentando participar en ataque, busqué algún bloqueo para lanzar (es cuando conseguí anotar los dos triples), y otras veces penetré cerrándose la defensa en la zona, por lo que doblé balones para lanzamientos exteriores (no voy a tirarme un tiro contra 3 rivales si un compañero está claramente solo. No soy Michael Jordan ni lo pretendo). El caso es que nuestros interiores eran islas en la zona que a penas recibían balones y eso que Rubén tuvo un gran inicio de partido, pero tras el descanso desapareció debido a un mareo. Sarabia, que fue de lo mejorcito se dejó la piel y estuvo bastante acertado de cara al aro, siendo el máximo anotador del equipo. Santi peleó como siempre sumando sobre todo rebotes. Y Octavio, que contra todo pronóstico fue titular, tras una semana desaparecido por sus dolores de espalda (siendo él mismo el primer sorprendido al jugar por delante de Silverio, que si entrenó al menos el viernes), lo intentó, sobre todo al final del partido, aunque con más corazón que cabeza.

Definitivamente sentí impotencia y no por la derrota en sí, ante un equipo que mereció el triunfo. Más bien por no saber jugar nuestras bazas (creo que somos algo más que tiro exterior; ojo, si nos da por meter el 25% de las que tiramos ganamos de más de 10). No supimos tampoco incrementar el ritmo de juego (cada vez que jugamos transiciones rápidas les hicimos daño). Tampoco supimos defender con más intensidad (todos desde arriba), ya que ante un equipo con pocos efectivos la presión constante merma el físico, sobre todo en los minutos decisivos, que es cuando anotaron 3 triples consecutivos que nos acabaron de hundir.

Qué puedo decir más, solo me queda esta maldita impotencia.